He escuchado muchas respuestas diferentes a lo largo de los años, desde adolescentes diciendo que son las responsables de que pierdan el control (aquello de “ya se le subieron las hormonas”) hasta quien dice que mejor no hay que meterse con ellas porque pueden pasar cosas malas. Hay muchos mitos pero también verdades en el conocimiento popular acerca de las hormonas.
Empecemos con los hechos para ser más claros.
1) Todos tenemos hormonas
Nuestro cuerpo está formado por órganos y tejidos compuestos de células. Las células necesitan comunicarse entre sí para funcionar adecuadamente. Las hormonas son un tipo de comunicación entre células.
Hay varias formas en que las células y los órganos pueden comunicarse, como los impulsos nerviosos; al saludar a alguien, el cerebro emite la señal de movimiento, esta viaja a través de un nervio y así llega a los músculos que levantan la mano para hacer un saludo. Esta comunicación toma centésimas de segundo en suceder, es tan rápida que no reparamos en ella.
Las hormonas son mensajes que viajan a través de la sangre. Un órgano (llamado glándula) quiere enviarle un mensaje a otro, entonces libera una hormona al torrente sanguíneo, esta viaja a través de los vasos sanguíneos y el mensaje se entrega junto con la sangre. Esto sucede en décimas de segundo a segundos.
Considerando lo rápido que suceden las cosas en el cuerpo, una escala de tiempo razonable sería comparar un impulso nervioso con una llamada telefónica, mientras que el tiempo en que llega una hormona a su destino es como entregar un documento en mano a alguien para que lo lleve a su destinatario.
2) No podemos vivir sin hormonas
Existen cientos de hormonas necesarias para llevar a cabo numerosas funciones vitales y no podemos prescindir de ellas. Se le llama sistema endocrino a las glándulas en su conjunto.
Debido a su influencia en la pubertad y a la popularidad de los anticonceptivos orales, es muy frecuente relacionar la idea de una hormona con aquellas relacionadas con el desarrollo sexual. Pero la sexualidad es sólo uno de los aspectos en los que influyen las hormonas. Algunos ejemplos de hormonas comunes y su rol en el organismo son:
Insulina – Uso de la glucosa en el hígado y muchos otros tejidos
Tiroides – Regulación de la energía en el cuerpo
Cortisol y Adrenalina – Las llamadas “hormona del estrés” nos preparan para estar listos ante una amenaza
3) Las hormonas necesitan estar en equilibrio
La forma en la que se comunican las glándulas se parece a una orquesta en la que todos los instrumentos tienen que funcionar de forma armónica y en sincronía. En el caso de las hormonas, si alguna glándula sale de su tiempo o funciona de forma inadecuada, se pueden afectar múltiples órganos y funciones, tal como se escucharía desafinada la orquesta cuando un instrumento está desafinado o fuera de tiempo.
El problema puede radicar en la deficiencia de una o varias hormonas, su producción en exceso, o incluso una producción fuera de tiempo. En la gran mayoría de casos si se realiza un diagnóstico apropiado, puede regresarse a la armonía a través de una supresión del exceso de hormonas, de su suplementación (administrar de forma externa lo que el cuerpo no produce) o regular el tiempo de su producción.
4) Durante la niñez también hay problemas hormonales
Desde el nacimiento hasta el final de la pubertad las hormonas tienen un papel notable en el desarrollo, crecimiento y maduración del cuerpo y de las capacidades mentales. Durante este periodo existen ciertas ventanas de oportunidad y momentos en los que debe haber sintonía en el sistema endocrino para lograr, por ejemplo, la talla que un niño tendrá de adulto, su maduración sexual o un desarrollo intelectual pleno. Fallos en el sistema endocrinológico pueden tener consecuencias perdurables o irreversibles.
5) El Endocrinólogo Pediatra es el especialista en las glándulas y hormonas durante la infancia
La endocrinología pediátrica es la subespecialidad de la pediatría encargada de los trastornos hormonales del nacimiento a los 18 años. Este especialista es un médico que ha recibido entrenamiento como pediatra y después como endocrinólogo. Difiere de la endocrinología de adultos tanto en la formación como en aspectos conceptuales. En este, como en muchos aspectos, el niño no es un adulto pequeño y requiere tratamiento especializado.