Mitos y realidades sobre el crecimiento de los niños (Cuarta parte de las 10 cosas que debes saber acerca del crecimiento de tu hij@)

9. Estas son algunas ideas que existen acerca del crecimiento, algunas verdaderas, otras no:

Si haces deporte creces más
El ejercicio moderado es uno de los agentes que estimulan la producción de picos de hormona de crecimiento y mejoran la llegada de nutrientes al cartílago de crecimiento. Sin embargo, si se excede en el ejercicio, como ocurre cuando se practican deportes de alto rendimiento durante la infancia, el crecimiento se frena porque se gasta demasiada energía y el cuerpo tiene que destinar la que le queda a funciones más vitales que el crecer. Además, un exceso de ejercicio no permite al organismo acumular suficiente grasa para realizar el desarrollo puberal y los cartílagos pueden llegar a cerrarse sin haber dado el estirón. Y todavía más, cuando el ejercicio implica levantar peso excesivo o golpeteo intenso sobre las extremidades, en vez de nutrir el cartílago se le lesiona y limita su expansión.

Crecemos mientras dormimos
La hormona del crecimiento tiene picos de secreción nocturnos durante la fase profunda del sueño (REM) en que se ensueña y que se considera un sueño reparador. Por eso, si un niño duerme poco, no duerme profundamente (en el caso del ronquido y la apnea del sueño) o se despierta varias veces por la noche, crece menos porque segrega menos hormona del crecimiento y durante menos horas.

Las niñas crecen y maduran antes
Como mencioné previamente, las mujeres crecen antes y en promedio doce centímetros menos que los hombres porque al madurar antes, tienen dos años menos para crecer. La razón es que cuando las chicas completan la pubertad y tienen la menstruación prácticamente dejan de crecer, porque los estrógenos cierran el cartílago del hueso que permite crecer. Y las niñas alcanzan la madurez sexual cada vez antes –si a principios del siglo XX la edad media de la menarquía superaba los 15 años, a principios del XXI era de 12,5–, lo que ha acelerado su velocidad de crecimiento y que el estirón puberal que antes se producía sobre los 11 años ahora tenga lugar a los 9-10. En los chicos, el cierre de los cartílagos de crecimiento como consecuencia de las hormonas sexuales (andrógenos) ocurre en torno a los 16 años.

Hay que comer para crecer…
La frase que todos hemos oído de pequeños: “Si no comes no vas a crecer” tiene sólo parte de razón. En las pruebas realizadas con ratones, cuando les reducen en un 30% la ingesta de comida dejan de crecer. Sin embargo, para crecer no hay que comer mucho, sino llevar una dieta suficiente y equilibrada. Es especialmente importante el aporte de proteínas, ácidos grasos, aminoácidos y vitaminas, y permanecer cierto tiempo en ayunas entre comida y comida para que el organismo secrete las sustancias necesarias para aprovechar después los nutrientes. En ciertas sociedades la mejora en la alimentación ha permitido que su la estatura promedio aumentara durante el siglo XX, mientras que en otras se ha visto que en los periodos de guerra o hambruna este proceso se frena e incluso se revierte.

…pero no en exceso.
La obesidad infantil también puede limitar el crecimiento, especialmente durante el estirón puberal. Las hormonas sexuales las produce el organismo a partir del colesterol (un lípido), de forma que el exceso de tejido adiposo puede atraparlas, alterar su distribución en el cuerpo y afectar su función. Además la obesidad puede afectar el sueño causando apneas nocturnas y limita la capacidad de realizar ejercicio, todo sumado puede causar la pérdida de varios centímetros en la talla final.

La fiebre hace crecer
La fiebre y el estrés que provoca en el organismo, estimulan la secreción de hormona del crecimiento. Cuando un niño está enfermo con fiebre, se detiene su crecimiento, pero tan pronto como deja de estarlo se produce un fenómeno de recuperación del tiempo perdido (catch up), la velocidad de crecimiento se acelera sobre la habitual y compensa lo no crecido durante la enfermedad, así que después de unos días en cama se aprecia un estirón mayor. Pero si la enfermedad es crónica o el niño está enfermo muy a menudo, ese fenómeno de recuperación no se produce, el cuerpo no tiene margen para compensar tantos «baches» y va acumulando un retraso en el crecimiento.

Tomando hormonas creces más
Desde hace al menos 30 años existe la hormona de crecimiento recombinante para tratar los problemas de talla baja.
Es muy útil y permite que los niños lleguen a su talla potencial cuando  existen factores que alteren el crecimiento, como una producción insuficiente. Es muy conocido el caso de Lionel Messi que gracias al tratamiento con hormona de crecimiento llegó a ganar más de 10cm adicionales a la pubertad (su talla es de 169cm). Pero también al haber enfermedades crónicas que han limitado el crecimiento durante algunos periodos, se puede potenciar el catch-up. Sin embargo, el crecimiento no se puede forzar más allá de la capacidad genética, administrar hormona del crecimiento a un niño  sólo tiene sentido cuando se detectan condiciones en las que no se produce suficiente y que se descartan enfermedades no permiten que actúe o limitan su.efectividad como, por ejemplo, la acidosis tubular renal.

Los niños felices crecen más
El estado de ánimo influye en el desarrollo y el crecimiento. Los fisiólogos explican que cuando algo nos produce satisfacción el organismo libera dopamina, que es uno de los neurotransmisores que hacen aumentar la hormona del crecimiento. Por eso, si un niño tiene buenos apoyos psicológicos y crece en un ambiente de equilibrio emocional, eso favorece el crecimiento. En cambio, si sufre, se encuentra mal o está sometido a estrés crónico crece menos.

10. El indicado para valorar los problemas de crecimiento es el endocrinólogo pediatra.

Todos los pediatras tenemos la capacidad (y la obligación) de valorar el crecimiento de los niños. Sin embargo, los endocrinólogos pediatras tenemos la formación para hacer el diagnóstico específico y tratar los trastornos de crecimiento. La indicación de administrar hormona de crecimiento, la necesidad en ocasiones de actuar para retrasar la osificación de los cartílagos de crecimiento para observar el crecimiento y explotar su potencial genético, son terreno de esta subespecialidad.

Dr. Miguel Ángel Guagnelli

Texto parcialmente adaptado de La Vanguardia

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