Hace poco la mamá de un paciente me preguntó cómo podría el colesterol ser bueno o malo y en realidad qué tenía eso que ver con los infartos. Casualmente, recientemente hubo un cambio en las recomendaciones de un panel de expertos de Estados Unidos, donde se sugiere tomar niveles de colesterol y lípidos a todos los niños entre los 9 y los 11 años, para repetirlos entre los 18 y 21 años. Este tema puede ser complicado, primero explicaré de forma sencilla de qué se trata y en una publicación posterior explicaré por qué tendría que medirse el colesterol a todos los niños.
El colesterol es un lípido
Es decir, una grasa. Pero tiene ciertas peculiaridades que lo hacen diferente y muy importante respecto a otras. Cuando pensamos en grasa como alimento solemos tener en mente en un aceite como el de oliva o en una grasa sólida como la manteca. Estos son ácidos grasos, cadenas de carbono que pueden variar en dos aspectos, su tamaño (cadena corta, media o larga) y si todos los carbonos están unidos a un hidrógeno (si están saturados o no). Lo sé, me meto un poco con la química pero sólo es brevemente y porque es necesario. Suelen tener nombres relacionados con el sitio de donde se obtienen con mayor frecuencia o donde se encontraron originalmente: oléico del aceite de oliva, butírico de la mantequilla, palmítico del aceite de palma de coco, etc. Y mientras más carbonos tengan (y su cadena sea más larga) se solidifican a menor temperatura -es decir, el aceite de oliva tiene cadenas más cortas que la manteca de cerdo-.


Estos ácidos grasos en la naturaleza han encontrado una forma de fácil de transportarse, por medio de un «remolque» llamado glicerina. Es un carbohidrato (un azúcar) simple con tres carbonos, cada uno de los cuales puede unirse a un ácido graso y entonces pueden mantenerse juntos para facilitar su movimiento. En esta configuración se llaman triacilgliceroles o, más popularmente, triglicéridos.
Los triglicéridos son la forma más común en la que ingerimos las grasas y también es como se almacenan dentro de las células del tejido adiposo o graso. Son una fuente de energía muy densa y también la forma en que almacenamos como tejido adiposo. Los ácidos grasos esencialmente son lineales y pueden apilarse, pero el colesterol no. Es un lípido pero tiene una estructura basada en varios anillos, lo que le confiere flexibilidad.
¿Flexibilidad para qué?
Aunque el colesterol es un lípido, su función principal no es acumular energía. Tiene tres principales, imprescindibles para la vida. La primera es que se intercala con los lípidos que forman las membranas celulares (formadas por ácidos grasos también) para darles flexibilidad. Gracias al colesterol una membrana que sería frágil y rígida se vuelve fluida y es capaz de cambios de forma extraordinarios, tal vez el mayor de ellos la capacidad de ciertas células de moverse y comer a otras.
Pero no sólo es flexible en el sentido físico, también el colesterol puede cambiar sus propiedades enormemente añadiendo o quitando algunos átomos. La estructura de cuatro anillos se llama ciclopentanoperhidrofenantreno (es un reto decirlo de corrido) y forma el esqueleto básico de una serie de compuestos esenciales, particularmente dos familias de sustancias clave: las sales biliares y las hormonas esteroideas.
Las sales biliares las produce el hígado y las secreta a través de… claro, la bilis. Estas pueden actuar como tensoactivos o detergentes para ayudar a solubilizar las grasas que llegan al duodeno. Al ingerir algún alimento rico en grasa, es importante solubilizar esa grasa que normalmente no se mezcla con el agua, para que puedan actuar las enzimas y se pueda absorber, esa es una de las funciones de la bilis.
Y finalmente con algunos otros cambios, ese mismo compuesto de cuatro anillos puede convertirse en una serie de hormonas -y eventualmente medicamentos- que reciben el nombre de corticoides o esteroides. Estos regulan varias funciones como la glucosa y el stress (cortisol, hidrocortisona), la respuesta sexual masculina (testosterona), femenina (estrógenos), promueven el embarazo (progesterona) e incluso afectan la tensión arterial (aldosterona). El mismo esqueleto de cuatro anillos puede hacer todo eso y más.
En ello radica la importancia del colesterol, pero ¿por qué es tan relevante en las enfermedades cardiovasculares y neurovasculares? Eso viene en la siguiente publicación.
Dr. Miguel Ángel Guagnelli
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