- Una mujer va al hospital a visitar a su madre que recientemente tuvo una caída y se rompió la cadera. O al menos eso parecía. En realidad fue al revés -le explica el médico-, se cayó porque la cadera se rompió; dio un paso, giró un poco, sintió un crujido, y cayó porque no se pudo sostener. Se entera también de que será difícil ponerle una prótesis porque sus huesos están muy frágiles.
- Un niño y su madre esperan en la sala de urgencias de un hospital. Ya le tomaron una radiografía y el traumatólogo confirmó que la muñeca está rota, ahora esperan a que le pongan un yeso. La mamá está furiosa: «Esta es la tercera vez que venimos aquí en menos de un año. Primero fue el pie, luego el brazo derecho, ahora la otra muñeca. ¿¡Es que no te puedes quedar tranquilo?!
- Una chica regresa a casa con la pierna inmovilizada pero sin entender qué ha pasado. Estaba en la escuela, pisó mal un pequeño desnivel y cayó por el dolor tan fuerte. Después de tomarle una radiografía, le dijeron que se había roto el tobillo, le pusieron una férula y le dijeron que tendría que llevarlo por unas semanas y reposar. ¿Pero cómo? ¿Por pisar mal?
Los huesos son una maravilla evolutiva, su estructura puede volverlos casi tan resistentes como el acero, protegen nuestros órganos y nos permiten caminar y realizar todas las maravillas de las que es capaz el cuerpo humano en los deportes y las artes. Sin esqueleto nos tendríamos que mover como amibas y probablemente nos veríamos como algo parecido a esto:

Sin embargo, los huesos están lejos de ser sólo las estructuras rígidas de un esqueleto de clase de anatomía. Su fuerza la compone una interacción entre minerales -compuestos predominantemente de calcio-, proteínas y células (llamadas osteocitos) que realizan funciones continuas de remodelación y mantenimiento quitando hueso viejo y formando nuevo. Se podría decir que los compuestos de calcio son los ladrillos, las proteínas el cemento y las células son las encargadas del mantenimiento. Pero no sólo se encargan de la estructura, también tienen muchas funciones metabólicas como regular los niveles de calcio en la sangre y tienen cientos de interacciones hormonales con el cuerpo.
A nivel estructural, esos mismos ladrillos se pueden ordenar de dos formas distintas: una es el hueso compacto y la otra el hueso esponjoso o trabecular. A grandes rasgos, el compacto forma la parte externa de los huesos, mientras que el esponjoso se encuentra en el interior. ¿Por qué es esto? En el libro «La física en la medicina» (Col. La ciencia desde México, Fondo de Cultura Económica) la Dra. Ma Cristina Piña lo explica muy claramente poniendo como ejemplo los huesos largos.
El hueso compacto cortical forma un cilindro rígido y resistente a las fuerzas de tensión y compresión, de manera semejante a un popote o pajilla. Sin embargo, se torna frágil cuando las fuerzas que se les aplica son de torsión; en este ejemplo, el popote resiste bien la tensión, un poco menos la compresión pero se dobla en el centro cuando se le intenta torcer. Pero, si se llena ese mismo popote con algodón, se vuelve mucho más resistente a la compresión y a la torsión.
Con esa estructura, los huesos son capaces de soportar fuerzas muy grandes -a veces casi increíbles- y en circunstancias normales sólo se rompen con la aplicación de grandes fuerzas (como una caída de gran altura o un choque a gran velocidad) o de forma puntual (como un golpe directo o incluso una bala). Pero a veces los huesos se vuelven frágiles, pierden su resistencia y se rompen con facilidad como en los ejemplos de las tres viñetas con las que abrimos esta publicación. Entonces estamos hablando de osteoporosis, a lo que entraremos en forma en el siguiente post.
Dr. Miguel Ángel Guagnelli