Prevención de los embarazos en adolescentes. Pensar «a mi hij@ no le va a pasar» no es una buena idea.

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Desde el cubículo de triage del hospital suena primero un grito furioso, luego una bofetada y después un llanto apagado que persiste por unos minutos. Una chica de 13 años estuvo esperando el mejor momento para decirle a su mamá que estaba embarazada y lo ha pospuesto tanto, que ha tenido que decirle cuando inició el trabajo de parto y empezó a salir líquido amniótico. Su mamá –en shock- recién empieza a asimilar lo que está pasando y que en unos minutos se convertirá en abuela, mucho antes de haberlo siquiera considerado.  A la reacción inicial de negación, ha seguido la rabia, una ira que quiere volcar en alguien y por lo pronto, la ha descargado en su propia hija.

Minutos después el parto ha pasado, la hija aguantó y esperó tanto que el trabajo de parto estaba avanzado y no tardó en nacer una bebé que está sana y tiene hambre. La siguiente escena es la de una niña apenas adolescente que se ha vuelto mujer y mamá de golpe, sentada en una camilla con la mirada perdida y una bebé en brazos buscando su pecho para alimentarse. Afuera, la reciente abuela llora desconsolada; parece que siente culpa por haberla abofeteado, pero también el repentino peso de la realidad que se le viene encima.

Una enfermera se detiene un minuto y la ahora abuela aprovecha para desahogarse: ¡¿Por qué?! ¡¿Qué hice mal?! Minutos antes de llevarla al hospital, interrogó a su hija y ella confesó.  El bebé es simplemente producto de una relación curiosa de novios de secundaria que tenían disponible la casa materna (los papás están divorciados) para explorar su sexualidad mientras la mamá trabajaba. “La vi que estaba engordando y sospeché algo” –dice casi para sí misma- “pero preferí pensar que era porque estaba comiendo mucho”. A veces la capacidad de los papás para negar la realidad es sorprendente, pero tarde o temprano llegará la factura.

La mañana siguiente una trabajadora social habla con  la chica y completa la historia. Cuando empezaron a tener relaciones, ambos fueron a una farmacia a pedir la pastilla del día siguiente pero en las tres farmacias que probaron no se las quisieron vender y en la última hasta la amenazaron con llamar a su mamá. Esperaron un tiempo y no pasó nada, su periodo menstrual llegó más o menos puntual. Encontraron en internet que es raro que las chicas tan jóvenes se embaracen antes de los 15, se lo creyeron, y siguieron teniendo relaciones sin protección.

La situación es real y puede tener cualquier nombre porque lamentablemente no es la única adolescente que se ha vuelto mamá. En el mundo se estima que 16 millones de chicas de edades entre los 15 y los 19 años dan a luz cada año, y un 95% de esos nacimientos se producen en países en desarrollo. Esto representa el 11% de todos los nacimientos en el mundo, pero con diferencias significativas, desde menos del 2% en China hasta 18% en América Latina y el Caribe. Nuestro continente (EUA inclusive) es la región del mundo con el promedio más alto de embarazos en adolescentes.

De acuerdo con datos de la UNICEF, en México casi medio millón de mexicanas menores de 20 años dieron a luz en el año 2005. En 2005 hubo 144,670 casos de adolescentes con un hijo o un primer embarazo entre los 12 y 18 años y que no han concluido su educación básica. En este mismo rango de edad, considerando a quienes tienen más de un hijo, los datos ascienden a 180,408 casos.

Las adolescentes menores de 16 años corren un riesgo de defunción materna cuatro veces más alto que las mujeres de 20 a 30 años, y la tasa de mortalidad de sus bebés es aproximadamente un 50% superior. Pero también tiene implicaciones sociales: La paternidad y la maternidad tempranas conducen a las niñas y niños, de manera abrupta, a un mundo adulto para el cual no están preparad@s, con efectos desfavorables sobre su vida y la de sus hijos. Una madre adolescente suele estudiar menos, realizar trabajos peor pagados y tiene menor posibilidad de ofrecer educación y oportunidades a sus hijos.

La educación es la clave, pero no toda la educación es efectiva

En el año 2000, el gobierno de la administración Bush en EUA se encontró con el problema de los embarazos en adolescentes y decidió apostar por una estrategia de educación sexual enfocada en promover la abstinencia en los adolescentes hasta el matrimonio y, en caso de haber iniciado su vida sexual activa, de regresar a la abstinencia. Este tipo de programas podía incluso recibir dinero del gobierno para su aplicación. La lógica detrás de ello es que hablar a los chicos y chicas de anticoncepción y de sexualidad promovería el inicio temprano de relaciones sexuales y la promiscuidad.

Entre los años 90 y la primera década de los 2000 un investigador llamado Douglas Kirby se dedicó a evaluar qué es efectivo para prevenir infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos en adolescentes. Sus hallazgos más importantes se publicaron en 2007 en un reporte llamado Emerging Answers 2007: New Research Findings on Programs to Reduce Teen Pregnancy aportaron mucha claridad respecto a las estrategias usadas, especialmente la promovida por el gobierno. Contra lo esperado, el enfoque en la abstinencia no sólo no es efectivo, sino que de hecho alienta el inicio temprano de vida sexual activa. Y al contrario, la llamada educación sexual integral que aporta información acerca de la vida sexual y reproductiva retrasa el inicio de la vida sexual activa y disminuye tanto las ITS como los embarazos.El gobierno de EUA gastó más de 170 millones de dólares en promover la abstinencia, mientras que los programas que apoyan una educación sexual integral – y no recibieron financiamiento- demostraron ser efectivos y reproducibles.

Hallazgos clave del reporte

Lo publicado por Kirby se podía resumir de la siguiente forma:

«Los estudios de los programas promotores de la abstinencia no han aportado pruebas suficientes para justificar su amplia difusión». Hasta la fecha, ningún programa de este tipo y que ha recibido alguna parte de los 176 millones de dólares del financiamiento otorgado por el gobierno federal se ha encontrado que impacte positivamente en el comportamiento sexual de los adolescentes en un estudio metodológicamente riguroso. No hay evidencia de que retrasen el inicio de las relaciones sexuales, se acelere el retorno a la abstinencia, o se reduzca el número de parejas sexuales.

En contraste, la gran mayoría de los programas de educación sexual integral, que no reciben financiación federal comparable, son eficaces. Los resultados positivos incluyen el retraso de la iniciación de las relaciones sexuales, lo que reduce la frecuencia de las relaciones sexuales, la reducción del número de parejas sexuales y el aumento de uso de condones o anticonceptivos.

«Dos terceras partes de los 48 programas de educación integral que apoyaron tanto la abstinencia como el uso de condones y anticonceptivos para los adolescentes sexualmente activos han tenido efectos positivos en el comportamiento.»

Los programas de educación sexual integrales son muy adecuados para su replicación generalizada y difusión.

«Cuando tres programas de educación sexual integral se reprodujeron con fidelidad en diferentes ubicaciones en todo Estados Unidos, pero en el mismo tipo de presentación, se confirmaron los efectos positivos originales. Esto es muy alentador y sugiere que los programas eficaces pueden seguir siendo eficaces cuando se implementan con fidelidad por otras personas en otras comunidades con grupos similares de los jóvenes «.

Desmitificando creencias

Este informe también muestra que varios mitos propagados por los defensores de la educación de sólo abstinencia son demostrablemente falsos. El informe concluye que:

La educación sexual integral no promueve la promiscuidad

.»No existe un programa integral que acelerara la iniciación de las relaciones sexuales o aumentara la frecuencia de las relaciones sexuales.»

 

La educación sexual integral no envía un mensaje confuso para los adolescentes.

«Haciendo hincapié en la abstinencia y la protección para aquellos que tienen el sexo es un enfoque realista y eficaz que no parece confundir a la gente joven.»

Los beneficios de los programas integrales de educación sexual extenderá a muchos ámbitos de la toma de decisiones y la creación de confianza entre los adolescentes.

«Prácticamente todos los programas de educación integral también tuvieron un impacto positivo en uno o más factores que influyen en el comportamiento. En particular, mejoraron factores tales como el conocimiento sobre los riesgos y consecuencias del embarazo y de las ETS; valores y actitudes sobre las relaciones sexuales y el uso de condones o anticonceptivos; percepción de normas sobre el sexo y la anticoncepción; la confianza en la capacidad de decir «no» a las relaciones sexuales no deseadas, para insistir en el uso de condones o anticonceptivos, o de utilizar correcta y eficazmente los condones o anticonceptivos; la intención de evitar las relaciones sexuales o usar un método anticonceptivo; y la comunicación con los padres u otros adultos acerca de estos temas. En parte por la mejora de estos factores, los programas cambian el comportamiento en la dirección deseada «.

Conclusión: La información no es peligrosa sino al contrario, da poder a los chicos.

Nuestra realidad

Las estadísticas muestran que en México los jóvenes inician su vida sexual activa en promedio a los 15 años. Mi hija en unos meses cumplirá 5 años y pensar lo que puede pasar en 10 causa un escalofrío que recorre mi espalda. Pero cerrar los ojos, voltear hacia otro lado o pensar que siempre tendrá 5 años y aún es muy pequeña no parece muy inteligente.

En mi labor cotidiana encuentro casos de embarazos no planeados en adolescentes y mujeres de otras edades también, aunque no es tan frecuente el contenido de drama como el caso que relato aquí. En realidad es tan común que a veces parece normal, otras inevitable y cuando hay complicaciones (bebés prematuros, con malformaciones, problemas obstétricos como eclampsia) parecen ser «parte de la vida».

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La información contenida aquí incluye información de la brillante conferencia impartida por la Dra. Raffaela Schiavon, directora de IPAS México en un curso del Instituto Nacional de Perinatología. Lo comparto porque para mi significó un pequeño rayo de esperanza en una realidad a veces abrumadora.

Dr. Miguel Ángel Guagnelli

Ver también «Nuevas recomendaciones para anticoncepción en adolescentes«

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